sábado, 26 de enero de 2013

Hiperactividad mental

¿Alguna vez os habéis sentido agotados sólo de pensar? Yo sí. Y no me refiero de darle vueltas a un mismo asunto o a un problema, eso nos puede pasar a todos en algún momento de nuestra vida. Me refiero a idear cosas nuevas, a planificar proyectos, a recopilar mentalmente todas las cosas que queremos hacer en un futuro cercano.
Desde hace mucho tiempo he tenido un único vicio: tener un proyecto. Soy de esas personas entusiastas a las que les apetece siempre afrontar nuevos retos y tener un objetivo a corto o medio plazo. Siempre que veo acercarse el fin de mis vacaciones - y da igual que se trate de una escapada de 4 días o un mes estudiando inglés en Escocia - los últimos días los dedico a fantasear sobre todas las cosas que voy a hacer cuando vuelva a casa, ahora que he recargado energías. Y la verdad es que en esos momentos soy FELIZ, con mayúsculas. Me encanta esa sensación de tener una meta, un camino que trazar, un objetivo a alcanzar.
El problema: que antes de alcanzar mi meta, cuando ya la veo acercarse peligrosamente, necesito encontrar un nuevo proyecto - de forma desesperada -. No puedo soportar la idea de no saber a qué voy a dedicar mi tiempo y mis esfuerzos.
Y en esta tesitura me encuentro ahora. El Máster se acaba, el fin está demasiado cerca, y yo ¡no he encontrado un nuevo reto que afrontar! Let it flow, me dicen. Y es un buen consejo. Debería seguirlo.
Pero no lo voy a hacer, voy a seguir dándole vueltas a la cabeza hasta encontrar la respuesta a ¿y ahora qué? Creo que se me ha ocurrido una idea de la que puedo sacar algo: ahora nada. Por primera vez en mi vida voy a forzarme a no tener tres proyectos entre manos. Voy a acabar el que tengo y cuando esté acabado y analizado, empezaré a pensar en el siguiente.
Dicen por ahí: disfruta el camino y no sólo el resultado. Yo voy a disfrutar el resultado y no sólo el camino.
Ya os contaré que tal se me da....

No hay comentarios:

Publicar un comentario